Los olivos son uno de los símbolos más antiguos de la historia de la humanidad. El olivo se presente en los viejos mitos e historias de los pueblos que bordean el antiguo mar Mediterráneo.
Si nos acercamos a la Finca del Arión, descubrimos la mayor concentración de olivos milenarios y, a la vez, uno de los paisajes agrarios más antiguos y mejor conservados de Cataluña. En una superficie de unas 30 hectáreas, encontramos cerca de 500 ejemplares de olivos de unas medidas y formas excepcionales.
Durante siglos estos árboles han sido valorados por su capacidad de dar frutos, sin otorgarles ninguna trascendencia. Es así, como han desaparecido muchos ejemplares sacrificados por el hombre buscando un combustible que calentara, unos cultivos de mayores rendimientos o, últimamente, para decorar jardines.
Este extraordinario patrimonio natural, que nuestra sociedad ha menospreciado demasiadas veces, ha llegado a nuestros días de forma casi accidental. Es un milagro cómo han podido superar la sucesión de circunstancias naturales y humanas que, bastantes veces, hubieran podido acabar con su vida.